La península de Yucatán está situada al sudeste de México, bañada por el mar Caribe y aislada del continente por un denso bosque y poco accesible por mar, circunstancias que han ayudado a la conservación de su población autóctona y sus tradiciones. En este territorio, mientras en la Península Ibérica se vivía bajo el influjo de las incursiones fenicias, griegas y romanas que desembarcaban en nuestras costas, se desarrollaba unas de las civilizaciones más avanzadas del mundo antiguo: Los Mayas.
(06/07/2006)
Hacia el año 600 a. C. los mayas estaban establecidos plenamente como una cultura unificada, compartiendo conceptos ideológicos, religiosos, urbanísticos y tecnológicos; practicaban la escritura, conocían el cero y eran grandes matemáticos y astrónomos. Prueba de ello son los testimonios de su cultura que han llegado hasta nosotros, monumentos que se encuentras diseminados por este Estado mexicano.
Asombra su contemplación por lo extraordinario de su arquitectura. Sobre todo en las pirámides de Uxmal, Palenque o Chitchen Itzá, esta última quizás la de imagen más difundida en las enciclopedias.
Famosa turísticamente con el nombre de El Castillo, hasta su coronación se puede acceder por una escalinata de 91 peldaños. Y junto a ella el Templo de los Guerreros, la Plaza de las Mil Columnas y el edificio conocido como El Caracol, un gran observatorio astronómico construido por varios pisos unidos por una escalera de caracol, a la que debe su nombre. Todos ellos constituyen un conjunto arqueológico monumental de visita ineludible y han sido declarados “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.
Estos lugares pueden ser recorridos por modernas vías de comunicación, pero la alternativa más novedosa y sugestiva es la que nos ofrece visitarlas a bordo del tren conocido como el Expreso Maya.
Los ferrocarriles mexicanos quebraron hace ya varios años. Los materiales se vendieron en pública subasta y parte de ellos fueron comprados por la compañía Expreso Maya y restaurados especialmente en Chihuahua, adquiriendo asimismo el derecho a circular por el tendido que recorre de norte a sur la península yucatana, en total 1.200 kilómetros entre Cancún y Villahermosa.
El convoy está formado por cuatro vagones que reciben cada uno el nombre de un lugar pre-colombino: Chichén Itzá, Tikal, Uxmal y Calakmul, todos ellos decorados con temas mayas. Cuentas con ventanas panorámicas, baños ecológicos y todas las medidas de seguridad. En el corazón del tren se encuentra el club-bar Palenque, inspirado en las frondosas selvas de la región y en la riqueza arqueológica maya. Junto a él está la cafetería Campeche, que evoca la época en que los piratas asolaban sus costas, con sus baluartes y murallas, Y el elegante comedor Mérida recuerda en su decoración las antiguas haciendas henequeneras. Para el servicio de los pasajeros dispone de doce tripulantes entre cocineros, camareros, maître, barman y conductor.
La tracción del convoy la realiza una máquina diésel EMD-USA de 900 HP, pero que, por el estado de la vía, desarrolla una velocidad media de tan solo 20 kilómetros/hora. El maquinista que la conduce actualmente se llama Gilberto Cancún y lleva realizando este recorrido por el Yucatán desde hace 33 años, lo que lo convierten en un super experto capaz de salvar todas las dificultades que se le puedan presentar.
El recorrido comienza en Villahermosa, en el estado de Tabasco, localidad desde la que se realiza la visita al sitio histórico de Palenque en autobús. Al día siguiente se toma el tren y se desayuna a bordo del mismo. Al mediodía se realiza una prada para contemplar el Cenote Agua Azul, ubicado en medio de la selva.
Reanudada la marcha se come y cena en el tren, mientras atraviesa la espesa foresta de la selva por lo que parece un túnel vegetal, hasta el extremo de que en algunos puntos las ramas de los árboles rozan con las ventanillas. La llegada a la villa de Campeche marca el final de la jornada.
Desde esta localidad vuelve a tomarse el tren y tras el desayuno, se llega a la estación de Maxcanú, desde la que un autobús acerca a los viajeros a las ruinas de Uxmal, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Se regresa al tren para comer y se reanuda la marcha hasta llegar a la ciudad de Mérida.
La última jornada comienza desayunando a bordo del tren. La primera parada es en Izamal, para visitar el monasterio franciscano de San Antonio de Padua (siglo XVI) y la pirámide maya Kinich Kak Mo. Nuevamente a abordo se realiza la última comida a bordo y se llega a uno de los lugares más sobresalientes de la cultura maya, Chichén Itzá.
Este punto marca el final del viaje en tren pues, desde aquel punto, se traslada a los viajeros en autobús hasta los hoteles de Cancún, Playa del Carmen o de la Riviera Maya, con sus paradisíacas playas caribeñas, centros turísticos internacionales de primer orden del estado de Quintana Roó, que últimamente han alcanzado un extraordinario desarrollo con la proliferación de grandes hoteles de muchas estrellas y que son nombres de cita obligada en todos los catálogos de las agencias de viajes.