La salida del Reino Unido de la Unión Europea que comenzará a negociarse tras el resultado del referéndum del pasado jueves y una vez que el gobierno británico solicite formalmente su separación de la Unión, tendrá también sus repercusiones en el ámbito del ferrocarril.
(27/06/2016)
En primer lugar, la liberalización del transporte ferroviario en Europa que se abre con el cuarto paquete tenía en el Reino Unido un de sus principales impulsores, toda vez que el mercado del transporte ferroviario en Gran Bretaña está completamente abierto a la competencia desde hace décadas.
En ese ámbito la experiencia de las franquicias y operadoras británicas y de las suministradoras de material rodante, fundamentalmente bajo distintas fórmulas de alquiler, hubiera supuesto una ventaja competitiva en la apertura de otros mercados que las restricciones a los países extracomunitarios a aplicar al Reino Unido podrían diluir. El acceso al mercado de la UE por parte de los británicos, y viceversa, deberá ser redefinido y acotado.
Paralelamente, toda la homologación y equiparación de normativas ferroviarias a nivel europeo podría frenarse y la integración del sistema ferroviario británico quedar en el punto actual, lo que añadiría obstáculos a la participación de empresas de uno y otro lado del Canal de la Mancha fuera de su nuevo y restringido ámbito económico.
Asimismo, las condiciones de acceso a la infraestructura en Reino Unido se derivan fundamentalmente de la normativa de la UE y cabría espera que a medio y largo plazo se pueda modificar el marco regulatorio en la red ferroviaria de Gran Bretaña cuya legislación dejará de tener fuente en la Europea.
Industria
En el ámbito de la industria suministradora, el Brexit supondrá una reducción de las inversiones en el Reino Unido que ahora, más marcadamente, será un mercado cerrado en sí mismo y con menos rentabilidad a la hora de fabricar equipos para otros países de la Unión. Los equipos ferroviarios fabricados en Gran Bretaña serán menos competitivos fuera del Mercado Único, si bien el cambio Libra/Euro podría compensar en parte esa pérdida de competitividad.
Además, la participación de las empresas británicas en consorcios con compañías de otros países de la Unión para grandes ofertas internacionales podrá verse dificultada. La ventaja competitiva de la industria ferroviaria británica no es clara en ningún nicho de producto concreto y las compañías “continentales” no tendrán dificultades para encontrar socios sin contar con el Reino Unido salvo para las demandas específicas del mercado de las Islas.
Este mercado británico es uno de los que mayor crecimiento viene ofreciendo en los últimos años y la mayor parte de los grandes fabricantes europeos cuentan con una fuerte presencia en él. La salida del Reino Unido podría disminuir la rentabilidad de las inversiones realizadas por esos fabricantes, reducir su volumen de negocio en aquel mercado y, en última instancia, encarecer las compras de equipos en las Islas.
Interoperabilidad
El camino a la interoperabilidad que todos los ferrocarriles de la UE recorren no debería verse afectado. Las especificaciones técnicas europeas ya no obligarán a Gran Bretaña pero parece poco probable que el Reino Unido desande el camino de la convergencia, si bien la participación en organismos europeos de los británicos debería ser revisada y el resultado final podría tener consecuencias en su participación e influencia en organismos como la Agencia Ferroviaria Europea (ERA).
Eurostar
Otro de los puntos de atención ferroviaria tras el brexit se centra en el Eurotunnel y la operación de trenes de mercancías y viajeros a través de él. La conexión bajo el canal se rige por un tratado bilateral entre Francia e Inglaterra, a pesar de lo cual y a expensas de cómo pueda afectar la nueva situación a la concesión, la salida del Reino Unido de la Unión perjudicará esa vía de transporte en términos operativos y económicos. Por contra, la deuda en libras de Eurotunnel se verá reducida con la pérdida de valor de la moneda británica.
Al no estar el Reino Unido en el espacio Schengen, las personas que transiten por el túnel seguirán sometidas a la misma regulación de frontera y aduanas, pero las mercancías deberán someterse a la regulación del comercio con terceros y al estatus qué para la nueva situación se establezca con el Reino Unido.
La salida del Reino Unido de la Unión exigirá ese nuevo estatus, para lo que será una nueva frontera de la Unión Europea, no sólo para los productos y personas que la transiten, sino también para las sociedades que lo explotan, que deberán adaptarse a nuevas regulaciones, previsiblemente más restrictivas.
En cualquier caso, los efectos que el brexit tenga sobre el transporte ferroviario a ambos lados del Canal de la Mancha, al margen de las consecuencias macroeconómicas generales y de la incertidumbre generada, dependerán sobre todo de las negociaciones entre el gobierno británico que lleve adelante el proceso de salida y las instituciones de la Unión Europea, y de los plazos y del calendario que se fijen para llevarla a término.