El fin del proyecto para la primera línea del tren magnético Transrapid en Alemania, que debía comunicar Munich con su aeropuerto, supone un duro revés para la industria alemana, que aspiraba a desarrollar su propia tecnología de alta velocidad, en este caso con un tren de levitación magnética, sobre un monorraíl.
(31/03/2008) Tras una reunión de crisis con todas las partes implicadas en el proyecto para la construcción de un Transrapid en la capital de Baviera, el ministro de Tráfico y Transportes, Wolfgang Tiefensee, anunció su definitiva suspensión.
El tramo por el que iba a discurrir el tren de levitación magnética debía reducir el trayecto entre el aeropuerto y el centro de Munich, en la actualidad de 45 minutos, a unos diez. El ministro declaró que la decisión se había tomado después de constatar que los costes de construcción amenazaban con explotar.
Calidad alemana
Los 1.850 millones de euros presupuestados inicialmente para el proyecto, según un estudio realizado en 2002, se habían disparado a unos 3.400 millones, costes que ni el Estado ni el gobierno regional estaban ya dispuestos a seguir sufragando. El Estado se había comprometido a aportar un máximo de 925 millones de euros, y Baviera, quinientos millones. “El tren de levitación magnética sigue siendo un producto de primera calidad alemana, y, en escala internacional, esta tecnología tiene un amplio potencial”, declaró Michael Glos, ministro de Economía de Alemania.
Tiefensee, por su parte, aseguró que el Estado alemán seguirá esforzándose por lograr que el sistema se pueda comercializar en el extranjero. En ese contexto, señaló que los Emiratos Árabes han manifestado su interés por el proyecto. Ambos ministros recordaron que el Transrapid se está utilizando con éxito en China, donde conecta el centro de Shanghai con el aeropuerto de Pudong, a treinta kilómetros de distancia.
Sin embargo, también en China parece haber dificultades con esta tecnología, pues los planes de ampliar el tramo y unir Shanghai con Hangzou, a 170 kilómetros, se están retrasando, lo que, según medios chinos, se debe en buena parte a problemas de costes.
Patentes
La canciller alemana, Angela Merkel, se ha negado hasta ahora a ceder a China la tecnología, lo que abarataría significativamente los costes, pero, tras el fracaso en Alemania, expertos en este tipo de tecnología pronostican que las patentes acabarán pasando a China.
El Transrapid se desplaza mediante sistemas de levitación magnética. Circula sobre una vía ancha, situada sobre pilares a ocho metros de altura sobre el suelo. La vía es de metal y dispone de unos electroimanes que elevan el tren a quince milímetros, de forma que no existe roce. El tren puede pasar por zonas donde existe una ligera capa de nieve o hielo. En ambos lados de la vía existen electroimanes, cuya función es guiar al tren y mantenerlo en la posición correcta.
La velocidad máxima del Transrapid es de 500 kilómetros por hora, con lo cual aventaja a los trenes convencionales de alta velocidad, que alcanzan una velocidad máxima de 350.
El Transrapid ha sido desarrollado por las empresas Thyssen-Krupp AG y Siemens AG.
(Más información en edición impresa de Vía Libre de abril, núm. 519)