El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, ha presentado el proyecto de la futura estación de Valladolid Campo Grande, una actuación clave para mejorar y adecuar los servicios ferroviarios a las necesidades de la ciudad y a la que ha dado un fuerte impulso en el último año.
(18/02/2025)
Adif licitará las obras, por encargo del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, por un importe de 253 millones de euros, sin incluir IVA. El objetivo de las obras es transformar la infraestructura y duplicar su capacidad para que pueda acoger a cinco millones de pasajeros al año o hasta 17.500 viajeros en un día laborable.
Las obras comenzarán en octubre de este mismo año, y está previsto que sean compatibles con la explotación ferroviaria.
Se construirá un nuevo edificio para pasajeros, se duplicarán las vías y los andenes, y se transformará el entorno urbano con una nueva plaza, itinerarios para peatones y bicis y un aparcamiento subterráneo con seiscientas plazas, apostando por una integración en superficie y liberando espacios para la ciudad. La fachada estará envuelta por una piel textil, “que la convertirá en un icono para la arquitectura ferroviaria y para Valladolid”, ha afirmado el ministro, en cuyo diseño se ha implicado personalmente.
El objetivo es convertir Valladolid en un nuevo nodo ferroviario nacional, un punto estratégico y vertebrador de la red arterial hacia el norte, noroeste, sur y este, manteniendo la estación en el centro y transformado el entorno urbano.
Para mantener la centralidad es fundamental sacar el tráfico de mercancías del interior de la ciudad, por lo que la estación sólo prestará servicios para viajeros (Alta Velocidad, Media Distancia y Obligación de Servicio Público), eliminando la infraestructura destinada a las mercancías y desviándolas por la variante del Este.
Además de mejorar la operativa y la flexibilidad de la gestión del tráfico, esta medida permite reducir la superficie destinada al ferrocarril en Campo Grande, que actualmente ocupa 300.000 metros cuadrados e impulsar una optimización de los suelos para generar nuevos espacios públicos y dar respuesta al incremento de la demanda de forma eficiente.
Andenes con accesibilidad universal
La modernización de la estación posicionará a Valladolid como un eje clave del sistema ferroviario nacional, listo para afrontar los desafíos del transporte en el siglo XXI, equiparándose en capacidad a estaciones como Zaragoza Delicias o Córdoba.
Para resolver estos desafíos, el proyecto se ha abordado desde una triple óptica: ferrocarril, ciudad y arquitectura.
Para mejorar el servicio ferroviario, se duplicarán la playa de vías y los andenes para atender al doble de la demanda actual, que está previsto que alcance los cinco millones de pasajeros en 2050, optimizando la superficie que ocupan. Así, la futura estación Campo Grande contará con cinco vías y dos andenes de ancho convencional y siete vías y cuatro andenes de alta velocidad (ancho internacional o estándar).
Las nuevas vías de ancho internacional contarán con bretelles, es decir, los aparatos de vía que permiten al andén funcionar como un único andén cuando se estacionen trenes en doble composición, o como dos andenes independientes, lo que permite gran flexibilidad en la gestión del tráfico, reduciendo el espacio necesario para la playa de vías y permitiendo contar con entre 7 y 11 vías en función de la composición del tren.
Los nuevos andenes garantizarán la accesibilidad universal y la interoperabilidad del sistema ferroviario. Cada uno dispondrá de una escalera fija, un ascensor panorámico y dos escaleras mecánicas.
Además, se duplicará el espacio destinado a los viajeros. Así, el nuevo inmueble, que se construirá sobre la playa de vías y se plantea como un edificio puente, contará con una superficie útil de 7.900 metros cuadrados repartidos en dos plantas y dos entreplantas, donde prima la funcionalidad ferroviaria, la fácil orientación y el rápido movimiento de los viajeros.
La primera planta, con 4.100 metros útiles, se organizará en torno a tres bandas: en la banda central, el vestíbulo principal de 1.100 metros cuadrados, abierto a todos los viajeros; en una de las bandas laterales con visión directa a los andenes, las salas de embarque de Alta Velocidad y Media Distancia con sus respectivos controles de accesos; y en la otra banda, la zona comercial y de locales de operadores vinculadas a la plataforma de conexión con la ciudad, desde la cual también se puede acceder a la estación.
En la planta baja y entreplanta inferior, de 1.600 metros cuadrados, se ubicarán la comisaría y diferentes espacios de uso puramente ferroviario, además de los locales técnicos. En la entreplanta superior o mezzanina, de 2.200 metros cuadrados, se localizarán la sala de autoridades, salas vip y club y espacios para oficinas de la estación.
El edificio tendrá una planta rectangular de 126 metros de longitud y cuarenta metros de ancho, con una altura máxima de 20,5 metros sobre el nivel de acceso, e integrará las tecnologías más avanzadas para asegurar la accesibilidad, la conectividad, el confort y los servicios al pasajero.
En su estructura se utilizarán 2.200 toneladas de acero estructural, equivalente al peso del London Eye.
El nuevo edificio de viajeros será sostenible y tendrá un consumo casi nulo gracias a su diseño basado en sistemas modernos de alto rendimiento y al uso de energías renovables.
Por ejemplo, la facha de propio edificio reduce la exposición al sol gracias a la piel exterior que tamiza la radiación solar, y la cubierta permite la entrada de luz natural a través de los lucernarios, lo cual reduce la necesidad de contar con iluminación artificial.
Además, se utilizarán soluciones geotérmicas para la producción de agua fría y caliente y se instalarán módulos fotovoltaicos para autoconsumo.
Por su parte se van a unificar los edificios actuales dispersos por la estación de Campo-Grande en un complejo único, liberando espacio peatonal para la ciudad, y permitiendo llevar a cabo una reordenación integral del espacio frente a la estación y del entorno urbano, que tiene como objetivo unir la nueva actuación al tejido urbano actual de Valladolid, dando prioridad a los espacios verdes y a los flujos peatonales.
Una estación abierta e integrada en la ciudad
Uno de los objetivos de este proyecto, ejecutado por TYPSA además del anteproyecto, es ser el germen de los nuevos desarrollos urbanos al otro lado de la estación, garantizando la conexión a ambos lados de las vías, y otro es potenciar y fusionar el mundo ferroviario y el urbano, logrando una convivencia mejorada.
Así, el nuevo edificio de viajeros se ubica de forma transversal a las vías, para posibilitar la conexión entre ambos lados y coser física y visualmente la ciudad a través de su plataforma de conexión.
Esta plataforma de conexión o acceso será de 180 x 12 metros y se colocará como un puente sobre las vías, en paralelo al nuevo edificio, creando un nuevo espacio urbano de 2.000 metros cuadrados, que ha sido diseñada de forma accesible, inclusiva y teniendo en cuenta la perspectiva de género.
Para construir la plataforma se utilizarán 550 toneladas de acero estructural, lo que equivale al peso de 1,5 trenes de alta velocidad.
Esta plataforma contará con un carril bici separado de las zonas peatonales mediante mobiliario urbano, que garantiza la conectividad ciclista del entorno. Sobre la pasarela se generará un espacio tanto para estancia como para circulación y ocio, orientado al ciudadano y al viajero. Es decir, se consolida la estación como espacio abierto e integrado en la ciudad.
Los accesos a la plataforma se han diseñado para facilitar su uso a los ciclistas y contarán en cada extremo con un ascensor panorámico diseñado para permitir el acceso de bicicletas; una escalera fija para canalizar los flujos peatonales más rápidos; y una rampa mecánica para peatones y ciclistas con la bicicleta en mano.
Los principales objetivos de la reordenación del entorno urbano son adaptar la infraestructura ferroviaria a las nuevas modalidades de movilidad: vehículos eléctricos, compartidos, bicicletas, etc.; garantizar la calidad y la accesibilidad de los espacios públicos; impulsar la regeneración urbana y la mejora de la calidad y sostenibilidad, con una apuesta por la arquitectura de consumo casi cero; y mejorar el medio ambiente urbano y reducir la contaminación, apostando por los espacios verdes y favoreciendo el uso de medios de transporte que reduzcan el consumo de combustibles fósiles.
Así, se duplicará el espacio destinado a entorno urbano de 5.425 metros cuadrados a 9.300 metros cuadrados, siendo un 80 por ciento para zonas verdes y paseo, estanciales y para niños. Se plantará vegetación de especies autóctonas y con bajos requerimientos hídricos.
Además, se protegerá, fomentará y se dará especial importancia al patrimonio cultural, dando un papel fundamental a la estación y a la marquesina histórica.
El edificio histórico se convertirá en el protagonista de la nueva plaza de la estación, que será la fachada horizontal del conjunto, y estará libre de coches. Será un espacio permeable que priorizará la movilidad activa y sostenible y contará con zonas ajardinadas y de estancia con pérgolas o vegetación protectora, con parada de taxis y autobús y aparcamiento para bicicletas.
La arquitectura del edificio busca darle sentido a la idea y dinamismo del viaje y se ha apostado por la envolvente textil para materializarla y convertirlo en un icono, pero sin competir con el edificio histórico, que se resalta de forma respetuosa y armoniosa. Una piel que es el elemento fundamental para que la nueva estación tenga una imagen icónica y una rotundidad volumétrica.
El uso de la piel textil está avalado por la ingeniería. Será la última capa de una solución de fachada diseñada ad-hoc para garantizar la ligereza y la transparencia del edifico de viajeros, que tamiza la luz natural del día y que de noche se ilumina irradiando luz, reforzando su carácter icónico, permitiendo que la fachada cambie en escenarios de día y noche.
La iluminación se convierte, así, en un elemento más del diseño, que permite que la estación sea reconocible a distancia, que sirva como elemento de orientación y que confiera seguridad a los viajeros.
La envolvente del edificio está constituida por dos pieles: la interior, más sólida, donde se integran los huecos que permiten el aprovechamiento de la luz natural en los espacios interiores; y la segunda piel, de material textil, permeable y translúcida, que tamiza los espacios, y cuya geometría global singulariza en cada una de las fachadas los elementos de acceso.