Page 95 - Revista Vía Libre Nº 648 - Febrero 2020
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artes





               Trenes nocturnos (II): paisaje



             visual y sonoro

















                                                                        Fotograma de Expreso nocturno.                 furgón de cola




                       Fotograma de La piel quemada.
          V




            Viajar en un tren nocturno tiene siempre algo de
            misterioso y de oportunidad de aventura. Esta per-
            cepción de los viajeros es a la vez reflejada y poten-
            ciada por todas las obras literarias, plásticas y cine-
            matográficas que han tomado los trenes nocturnos
            como temática. En el artículo anterior (Vía Libre 647),
            mirábamos y escuchábamos el tren nocturno desde
            fuera, ahora entramos en él.
                  En el sobrecogedor relato  El  embadurnado
            (1919), el polaco Stefan Grabinski nos hace una des-         Obra de Adolph von Menzel.
            cripción de las luces y los sonidos del tren en la no-
            che, pero en esta ocasión vistas y oídas desde el in-   das sus fuerzas y duplicaba su velocidad.
            terior de un coche. Es admirable la descripción que     Ahora mismo acababa de pasar la señal
            se hace de todas las luces que concurren en un tren     que, como un espectro, indicaba vía libre,
            nocturno en marcha.                                     los brazos amistosos de los semáforos le
                                                                    daban la bienvenida. Los raíles empeza-
                  Manchas de luz caían de las ventanillas           ron a multiplicarse, cruzándose en cien-
                  de los vagones e inspeccionaban las la-           tos de líneas, ángulos y trenzas de hierro.
                  deras del terraplén con sus ojos ama-             A izquierda y derecha, los faroles de los
                  rillos.  Delante  de  él  [el  viajero],  a  una   cambios de agujas salían a su encuentro
                  distancia de cinco vagones, la locomo-            en la oscuridad de la noche; las grúas
                  tora esparcía cascadas de chispas y la            de la estación, las garruchas de los po-
                  chimenea expulsaba un humo blanco                 zos, las palancas de carga estiraban sus
                  y rosado. La negra serpiente de veinte            cuellos. De pronto, a unos cuantos pasos
                  vértebras brillaba, toda ella, con sus cos-       de la desenfrenada locomotora apareció
                  tados escamados; exhalaba fuego por su            una señal roja. La garganta de bronce
                  boca; iluminaba el camino con sus ojos. A         de la máquina emitió un brusco silbido,
                  lo lejos ya se vislumbraba la aurora de la        los frenos chirriaron y el tren, contenido
                  estación. Como si sintiera la cercanía de         por la terrible fuerza del contravapor, se
                  la añorada estación, el tren sacaba to-           detuvo justo antes de la segunda aguja.





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