El pasado mes de diciembre se conmemoró el primer centenario del Ferrocarril de San Sebastián a Hendaya. Un prolijo siglo de historia ferroviaria, que comenzó con sus proyectos y obras varios años más atrás, ha sido condensando en el último trabajo del historiador Juanjo Olaizola. Como todas sus obras, el libro afronta todos los perfiles de la historia y cuenta con una excepcional colección fotográfica y un no menos valioso apoyo de mapas y esquemas.
(18/01/2013) El 5 de diciembre de 1912 empezaron a rodar oficialmente los convoyes del ferrocarril de San Sebastián a la frontera francesa en Irún. El alumbramiento de esta modesta línea fue complejo. La oposición del ferrocarril del Norte, parejo en todo su recorrido, y la coincidencia con tramos de líneas tranviarias, además de una terrible orografía, no hacían fácil el alumbramiento y operación de aquel tren. Fue la línea de ancho métrico que cosió el último gancho de la enorme malla de vía estrecha que llegaba sin pausa hasta Asturias o León, pero que vivió siempre entre la zozobra.
Olaizola narra las alianzas que esta compañía ferroviaria fue tramando con los ferroviarios franceses y vascos para ir extendiendo su ámbito e influencia más allá de los poco más de 20 kilómetros de líneas. Su exégesis en múltiples fuentes le ha permitido desentrañar no solo el proceso de génesis de la línea y su estructura empresarial inicial, sino sus devenires hasta su inmersión en el ambicioso proyecto ferroviario regional de la Sociedad Explotadora de Ferrocarriles y Tranvías, una especie de Feve a lo euskaldún.
El hasta no hace mucho director del Museo Vasco del Ferrocarril analiza con detalle el paso de la Guerra Civil por el ferrocarril, sus trabajadores, material móvil e instalaciones. Tras la guerra la línea va desgastándose poco a poco por la creciente competencia de la vía ancha y de los autobuses, vehículos que por entonces formaban parte activa de los medios operativos de la empresa. Olaizola señala los gravísimos riesgos de desaparición total que la línea tuvo en el tránsito de los sesenta y setenta, cuando el hundimiento de dos túneles seccionó la línea en tramos desconexos, al tiempo que poco antes fue desterrada de su recorrido urbano donostiarra.
El autor enfatiza que, a diferencia de otros casos, fue el empeño de la dirección de Feve lo que permitió que el Topo llegara a nuestros días. Una ingente inversión en reparar la infraestructura y traer las modernas unidades 3500 dio un tremendo balón de oxígeno a la línea, que desde los ochenta ya de la mano de Euskotren, ha ido mejorando poco a poco sus prestaciones, con el más moderno material de la red métrica española. Varias variantes soterradas, desdoblamientos de vías y mejoras de instalaciones, la han dado una especial vida. Todo este proceso histórico está narrado de una manera ágil y amena, intercalando referencias a la prensa de la época que dan viveza a la presentación de esta investigación.
Infraestructura y material móvil
Como en toda la obra de Olaizola, el trabajo ha analizado también con sumo detalle la infraestructura, con esa abundancia de túneles que le dio el popular nombre de "El Topo" casi desde su origen. Los magníficos planos y esquemas de Pedro Pintado ponen cada cosa en su sitio y permiten comprender dónde suceden las cosas, cómo son éstas y cómo van evolucionando en el tiempo y el espacio.
La obra se completa con la exposición detallada del material móvil que ha circulado por la esta línea internacional, desde los primeros automotores hasta las modernísimas unidades de la serie 900, que incluso han escapado del veterano trazado con sus toperas en Amara para llegar hasta Lasarte. Los servicios, la billética, las instalaciones, todo ha sido reflejado con minuciosidad y con las pertinentes referencias bibliográficas que dan consistencia científica a esta investigación, puesta al alcance de cualquier interesado en la historia del ferrocarril.
Y como es también marca de la casa, este último trabajo de Olaizola se acompaña de una espectacular colección de fotografías históricas, procedentes de múltiples fuentes que se han brindado para ilustrar este valioso trabajo. El libro ha sido dedicado en su primera página "A todos los amigos del ferrocarril", de los cuales el autor ha recibido un gran apoyo en estos últimos meses.