Con la inauguración del tramo ferroviario entre las ciudades de Ibarra y Salinas, se ha producido importante paso para la recuperación del ferrocarril en Ecuador.
(16/12/2011) La construcción del Ferrocarril del Norte, iniciado en 1917, se constituyó en el eje dinamizador de la economía de toda la zona circundante y llegó por primera vez a la estación de Salinas en 1945, cuando ya funcionaba el tramo Quito-Ibarra, inaugurado en julio de 1929.
Desde Ibarra, a una altitud de 2.202 metros sobre el nivel del mar, el tren atraviesa puentes y cascadas, siete túneles, uno de ellos denominado del bautizo por el agua que brota desde las entrañas de la tierra y moja a los quienes pasan por él. También cruza cañaverales en un recorrido de treinta kilómetros hasta llegar a Salinas. La explotación del tren en este tramo se mantuvo hasta 2010, con un servicio de autoferro que movilizaba entre 8.000 y 10.000 mil turistas al año.
Tren de la Libertad
Con la recuperación del Tren de la Libertad, que así se ha denominado a esta ruta, se restablece la circulación ferroviaria, que cesó en el año 2000. Se calcula que transporte unos 30.000 turistas por año, con seguridad y amplias ofertas.
La inversión supera los dos millones de dólares y la obra comprende la limpieza de la vía, la eliminación de elementos destruidos como traviesas de madera y elementos de sujeción, así como obras de soporte y canalización de los flujos de agua.
Por otra parte, tras quedar prácticamente destruidas vías y equipos ferroviarios en todo el país por el abandono oficial, este mes de diciembre estará totalmente rehabilitado el ferrocarril construido por Eloy Alfaro entre Guayaquil y Quito, según anunció el pasado 10 de diciembre el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
Estación de Chimbacalle
Esta ruta tendrá su origen en la histórica estación de Chimbacalle, declarada una de las siete maravillas de Quito, y el lugar escogido por "el viejo luchador", como llamaban a Alfaro (1842-1912), para inaugurar el enlace ferroviario nacional el 25 de junio de 1908.
Esa obra ferroviaria se considera la obra pública más importante realizada por el líder de la revolución liberal ecuatoriana (1895-1924) al iniciar la consolidación física del país y su integración, y ampliarla desde los apenas sesenta kilómetros de vías deterioradas hasta una línea férrea trasandina de 452 kilómetros.