El nuevo intercambiador de transportes del World Trade Center de Nueva York, algunas de cuyas zonas de tránsito ya están abiertas a los usuarios, se inaugurará oficialmente en la primera semana de marzo. Diseñado por Santiago Calatrava se ha convertido en el símbolo de la reconstrucción de la Zona Cero.
(22/01/2016)
El intercambiador, sobre la base del proyecto de Santiago Calatrava, se ha convertido en el símbolo central de la reconstrucción de la Zona Cero, enlaza a diferentes cotas distintas líneas de ferry, metro y tren de cercanías y sirve de conexión entre distintos edificios de la zona.
El edificio está coronado por una gran cúpula en acero y vidrio, llamada Oculus, que albergará el centro comercial Westfield World Trade Center, de unos 34.000 metros cuadrados de superficie cuya comercialización de espacios ya se ha completado.
Una vez finalizado, el intercambiador de transportes del WTC será utilizado por más de 250.000 viajeros diariamente y visitado por millones de turistas al año, según prevé la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, organismo que gestiona la reconstrucción de la Zona Cero.
El intercambiador de Calatrava, el núcleo de ese complejo en el corazón del Bajo Manhattan, conecta once líneas de metro, la red de cercanías del PATH, la terminal de ferrys de Battery Park, además del Memorial Center y la One World Trade Center, dos de los principales atractivos turísticos de la ciudad, las torres 3 y 4, y en un futuro la torre 2 y el centro Brookfield Place.
Motor económico
Según el informe sobre retorno de la inversión en términos de ingresos por alquiler de espacios comerciales y oficinas, creación de empleo y atracción del turismo del nuevo WTC, elaborado por el Rudin Center de la Universidad de Nueva York, un organismo académico para políticas de transporte, la Autoridad Portuaria habrá amortizado todo lo invertido en la reconstrucción en sólo dos décadas.
El centro comercial de Westfield Group del Oculus, que se convertirá en uno de los principales motores del turismo de compras de la ciudad de Nueva York, tuvo que modificar su estructura tras los atentados a las estaciones de transporte público de Londres y Madrid, para adecuarlos a nuevos requerimientos de seguridad. El centro comercial prevé unas ventas anuales de entre setecientos y mil millones dólares, y una afluencia de 400.000 personas al día.
Iglesia ortodoxa
Además del intercambiador de transportes, Santiago Calatrava es autor de otro proyecto para la Zona Cero, el de la nueva iglesia ortodoxa griega de San Nicolás, tras la destrucción en los atentados del 11 de Septiembre del templo del mismo nombre construido a principios del siglo XX por emigrantes procedentes de Grecia.
La nueva iglesia, único edifico religioso de la Zona Cero de Nueva York, pretende convertirse en un lugar abierto a la oración, la meditación y la hospitalidad de todos, independientemente de su religión.
El edifico que brillará en la oscuridad gracias a su estructura construida en mármol blanco y a un sistema con luminarias led, tendrá formas inspiradas en la iconografía bizantina y sustituirá a la iglesia de cuatro plantas destruida por los atentados.