Adif ha recibido el Premio Acueducto de Segovia, otorgado por el Colegio de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos, por el viaducto del Ulla, situado en el trayecto Orense-Santiago de Compostela, dentro del Corredor Norte-Noroeste de alta velocidad.
(27/02/2012) El jurado de de esta quinta edción del premio ha valorado especialmente la importancia técnica y económica de las obras realizadas en el tramo Silleda (Dornelas)-Vedra-Boqueixón, en especial el viaducto del Ulla, así como el grado de protección ambiental logrado durante su construcción.
El galardón, que tiene carácter bienal, ha sido entregado durante el VI Congreso Nacional de la Ingeniería Civil, convocado por el Colegio de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos, cuyo objetivo es fomentar las innovaciones recientes relacionadas con el medio ambiente, la energía, los ferrocarriles, las estructuras, túneles, carreteras y puertos.
Viaducto sobre el río Ulla
El viaducto premiado se encuentra dentro del tramo Silleda (Dornelas)-Vedra-Boqueixón, dentro del Corredor Norte-Noroeste de alta velocidad. Esta infraestructura cruza el río Ulla por un paraje denominado “Paso da Cova”, enclave donde se emplaza el viaducto de Gundián, que cruza el valle 130 metros aguas arriba sobre dos abruptos afloramientos de cuarzo y cuya conclusión en el año 1958 supuso la puesta en servicio de la línea de ferrocarril convencional Zamora-La Coruña.
El alto valor medioambiental del entorno, que requiere un elevado nivel de protección, ha sido un condicionante determinante tanto en la tipología como en el sistema constructivo adoptado. La Declaración de Impacto Ambiental imponía la condición de evitar cualquier afección, incluso provisional, sobre el Lugar de Importancia Comunitaria “Sistema Fluvial Ulla” perteneciente a Red Natura 2000 y delimitado por el río y la vegetación de ribera de sus márgenes.
La configuración del valle en el que se establece el viaducto, por donde circulan vientos de cierta intensidad, y el hecho de encontrarse la estructura en una situación muy expuesta, entre los túneles de Castro y Caldelás, fue otro de los condicionantes presentes en el diseño de la estructura. Ello derivó en la necesidad de considerar en el proyecto el establecimiento de pantallas protectoras frente al viento en ambos laterales del tablero y la realización de ensayos de modelos a escala reducida en túnel de viento.
El viaducto ejecutado resuelve todos estos condicionantes mediante un vano central con gran arco de 168 metros de luz y 105 metros de flecha, sobre el que descansan cinco pilastras que sustentan el tablero. Con alturas de pilas de hasta 116,8 metros que sitúan la cota del tablero cuarenta metros por encima de la del viaducto de Gundián, y le convierten en el viaducto ferroviario de alta velocidad más alto del mundo.