En España se aprueba en 1987 el Plan de Transporte Ferroviario (PTF) con el que se pretendía sacar al ferrocarril del letargo en el que había estado sumido en años anteriores, diseñando un plan de futuro en el horizonte temporal del año 2000. Las dos palabras claves de este Plan eran inversión y especialización. El PTF, que abrió paso a los sistemas futuros de alta velocidad y cercanías, fue el plan que permitió al ferrocarril dar un avance espectacular y recuperar su prestigio social como un medio de transporte eficaz y moderno.
(13/04/2010) Los más de dos billones de pesetas que se invertían en ferrocarril demostraban una apuesta firme por este medio de transporte, para el que se pretendía aplicar un criterio de ruptura. Por primera vez se planificaba pensando ya en velocidades por encima de los 200 km/h y se aprueban actuaciones puntuales que suponen una mejora evidente para los servicios ferroviarios.
Entre ellas, la eliminación de los estrangulamientos existentes en la red, mediante la construcción de grandes variantes, como un nuevo acceso ferroviario a Andalucía, la construcción de la variante de Guadarrama para velocidades entre 200 y 250 km/h y el enlace Vitoria-Bilbao para eliminar el cuello de botella de Orduña. Se daba preferencia al triángulo Madrid-Barcelona-Valencia-Alicante para su adaptación a velocidades entre los 160 y 200 km/h y se acometía también la duplicación de vía en 1.650 kilómetros de la red principal.
En lo que hace referencia a los servicios, el PTF inicia la etapa de la especialización, es decir, orientar al ferrocarril hacia aquellos servicios en que resulta competitivo frente a otros medios de transporte.
En este sentido, se rompía con el pasado en el que el ferrocarril era un medio de servicios generalizados, pero obsoletos. Se empezaba a hablar de un "nuevo ferrocarril" que debía competir en los servicios de largo recorrido con una red Intercity de trenes diurnos basada en nuevas líneas de alta velocidad y en una red básica mejorada para circular entre los 160 y 200 km/h.
En el transporte de cercanías, el ferrocarril se diseñaba como el modo básico de transporte en las grandes ciudades, y para ello se querían mejorar los trenes, su regularidad y su frecuencia. Por último, en mercancías, el ferrocarril debía orientar sus servicios al transporte de grandes masas y en grandes distancias, impulsando los trenes puros y el transporte intermodal.
En la década de los noventa se recogen los frutos del elevado esfuerzo inversor y modernizador que suponía el PTF. El ferrocarril español recupera su prestigio entre los ciudadanos, tras la inauguración de la línea de alta velocidad entre Madrid y Sevilla, que aporta no sólo rapidez y seguridad, sino una gran calidad en sus servicios, con elevado confort e índices de puntualidad cercanos al cien por cien.
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